
Mezcal: Espíritu Ancestral de México

El mezcal no solo se bebe, se honra. Detrás de cada trago hay siglos de historia, tierra, fuego y manos sabias que han mantenido viva una tradición que se resiste al olvido.
Originario de Oaxaca —aunque también presente en estados como Durango, Guerrero, Michoacán y Puebla— el mezcal es más que una bebida: es un ritual líquido que conecta con lo sagrado y lo terrenal.
🌵 El agave: corazón del mezcal
Todo comienza con el agave, una planta noble que puede tardar de 7 a 15 años en madurar. Solo entonces, el maestro mezcalero decide si está listo para convertirse en fuego líquido. La piña se cuece en hornos de piedra bajo tierra, se muele, se fermenta y se destila en un proceso artesanal que puede durar semanas, pero cuyo resultado vale cada gota.
🔥 El sabor de la tierra
A diferencia del tequila, que solo se elabora con agave azul, el mezcal puede nacer de más de 30 tipos de agave distintos, lo que le da una complejidad de sabores inigualable: ahumado, terroso, dulce, salvaje. Cada lote es único, irrepetible. Como el buen arte, el buen mezcal no se copia.
✨ ¿Cómo se toma el mezcal?
Con respeto. A besitos, dicen los sabios. No se trata de embriagarse, sino de conectar con su esencia. Acompañado de sal de gusano, naranja, chocolate oscuro o incluso solo. Pero siempre, con intención.
💬 Dicen por ahí...
“Para todo mal, mezcal. Para todo bien, también. Y si no hay remedio… litro y medio.”